Sunday, October 17, 2004

ATENAS


- Tren destinación Pireus-Pattras –

Llego sola a Atenas confiada de poder contactar a un amigo de mi amiga Andreina de Venezuela, la cual en una de mis tantas conexiones por Internet me dio el teléfono del chico. El muchacho, según la descripción de mi amiga, era bastante atractivo, con amigos que lo mejoraban , además de tener muchas posesiones interesantes como yate, helicóptero, entre otros. Generalmente no me intereso por el dinero o posesiones de las personas gracias a mi continua guerra contra el consumismo y consumidores propiamente. Sin embargo, estando en Grecia sola, conocer a un chico lindo y con dinero que me recibiría en su casa no era tan mala idea no?

La estación de trenes en Atenas resulta un tanto diferente a las demás, no entiendo nada!!!! Primera ciudad en la que realmente me siento en otro país. Las escrituras en greco se me hacen imposibles de comprender y al mismo nivel, los grecos... Busco información turística y no existe, pido ayuda a personas las cuales, o no hablan inglés, o su nivel en esta lengua es casi como el mío en greco.

Decido contactar rápidamente al amigo de mi amiga, el cual me indica que está en un a isla llamada Mikados y que llegará al día siguiente.

Empiezo ha sentirme bastante incomoda con la situación y, por primera vez, un tanto asustada. El arrepentimiento de dejar a mis amigos del barco es bastante grande, ya que con ellos había pasado un buen momento, eran simpáticos, lindos y simplemente gentiles. Comencé a pensar que yo y mis pensamientos estúpidos siempre tomamos las peores decisiones.

Sin embargo, mi afán por conocer Atenas, la historia de esta ciudad y los templos mitológicos me dieron el consuelo de pensar que quizás si había tomado la decisión correcta. La verdad es que no me habría perdonado ir a Grecia sólo para divertirme en una isla. Estaba en Gracia, en Atenas! Ciudad de los Dioses del Olimpo en la cual mi hermana y yo habíamos estado siempre sumamente interesadas (Solíamos jugar este juego del arcaico Nitendo el cual tenía por nombre “ Los Dioses del Olimpo”, donde el héroe de la historia tenía que viajar por las ciudades e islas griegas y hablar con los Dioses, teniendo que partir de Atenas para luego visitar el Templo de Zeus, pasando luego por Pelopenesus, Creta, entre otros)

Por lo tanto, tenía que conocer Atenas o no?. Caminé por las calles a la locura y pedí información como pude, entre otros a la policía, lo cual no sirvió de mucho. Así, sin rumbo, llegué a un hotel llamado “Anabel” en donde podía pasar la noche por 9 euros. Aquí me encuentro casualmente a estos españoles ordinarios que conocí en el tren vía Florencia, los cuales me comentaban la escasez de interés de la ciudad de Atenas, desilusionándome y haciéndome sentir peor de lo que ya estaba.

Decidí quedarme en ese hotel y antes de dormir fui a un Ciber café cercano para conectarme a Internet (Recurso al que acudía al sentirme realmente sola) y en este café pruebo mi primer delicioso café helado, luego de haber visto que todas las mesas tenían este vaso largo lleno de café espumoso. Ese día pedí que le colocaran un poco de licor, por lo que recibí café helado con Bailey’s, sin embargo, los cafés sucesivos los tome como vinieran: expresso, con leche, fuerte o simplemente no sabía.

La noche en este hotel fue un tanto desagradable. Dormí en un cuarto con cuatro francesas y una canadiense, donde lo único que había disponible para combatir el calor inclemente, era un ventilador blanco y sucio que sólo podía remover el aire viciado de la habitación. Debo aceptar que gracias a estos calores que tuve que soportar, lograba despertarme temprano y aprovechar el día en la ciudad de turno.

Para esta época del viaje, debo decir, que mis condiciones y recursos estaban ya bastantes agotados y desgastados, lo que hacía mi vida en ese momento un tanto desagradable. Entre otros, contaba con un creme duche que había tomado de una ducha en el albergue de Florencia, mi champú había desaparecido (luego lo encontré en un lugar oculto de la maleta) y mi toalla, la cual había decidido portar fuera de la maleta en algún momento del viaje para evitar que se mojaran mis pertenencias, se encontraba toda sucia por caer en muchas oportunidades bajo las ruedas del maletón(Créanme que el lugar menos indicado para llevar una toalla es tenerla amarrada tipo lazo en el asa de una maleta! )

- Barco vía Bari –

Ese día pude ducharme en los horribles baños del albergue greco, gracias a un champú prestado por una de las francesas del cuarto, el cual todavía conservo (No por robo, sino por obsequio) y en vista de no haber estado durmiendo en un hotel cinco estrellas, ni cuatro, ni tres, ni dos, tuve que secarme como pude con los restos de puntas aún limpios de mi toalla.

Después de esa noche, ya que todo se estaba volviendo realmente insoportable, decidí no seguir en esas condiciones y buscar un hotel que tuviera aire acondicionado, cuarto y ducha personal y, sobre todo, toalla limpia! Estaba dispuesta a pagar cualquier precio, por lo que hice el check out y, dejando allí mi maletón por el día (El griego de la recepción era malhumorado pero gentil, aceptando guardar mi maleta) salí a conocer el Acrópolis de Atenas.

A esta altura del viaje, descubrí que mi experticia con los mapas era bastante buena. Llego al Acrópolis luego de echar un vitazo a las tienditas turísticas en donde obtuve un plato decorador y una campanita más para la colección de mi mamá. En el Acrópolis como estudiante tuve derecho a ver todos los monumentos “for free”.
Visito en primera instancia el grandioso Partenón y el Templo del Erechtheion que se encontraban próximos en una alta cuesta. Luego decido comprar un libro que contenía la historia de Grecia y la explicación de los monumentos del Acrópolis. En consecuencia, luego de una larga caminata, decido ir nuevamente al Partenón, ya que con la explicación del libro podría entender mejor su estructura y elementos. En un principio, la pereza me hizo dudar del retorno, pero se me ocurrió de repente una de esas ideas fantásticas que me suelen surgir algunas veces, en la cual quizá el destino me había hecho retornar, ya que en mis antepasados yo era la diosa Atenea, diosa de la sabiduría, y el objetivo de mi viaje era el de ir al Templo del Erechtheion y ver el árbol de los olivos (El cual no había visto en una primera pasada y que ahora si vería gracias a la descripción del libro) momento en el cual ocurriría un episodio mágico.

A manera informativa, en el libro explicaba que el nombre de la ciudad: Atenas, proviene de una leyenda, en la cual Poseidón, dios del mar, y Atenea obsequiaron unos presentes a la ciudad para ver quien ganaba el nombre. Poseidón, clavó su trono en una puerta ubicada en la parte trasera del Templo del Erechtheion haciendo salir agua salada. Atenea, por su parte, sembró una semilla de la cual hizo crecer un árbol de olivos, ubicado simbólicamente hoy día en el monumento. Los habitantes encontraron más interesante el presente de Antenea y de allí el nombre de la ciudad.

Luego de mi segunda pasada por los monumentos, de la cual, evidentemente, no surgió ningún evento milagroso o fantástico (Pensé que hasta la muerte podía llegarme) Me dirigí al “Templo de Zeus”

Falta...

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

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August 14, 2005 at 7:26 AM  

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