Sunday, October 17, 2004

BARCELONA AGUDA


Viajo a Barcelona en 1ra clase, no por mi voluntad sino por uno de tantos retardos en la compra del ticket. Viaje placentero si se piensa en la incomodidad de viajar en tren.

Llego a la estación y aplico el procedimiento que luego seguiré en todas las ciudades en las que tenga que conseguir alojamiento (o en casi todas por desgracia). La estrategia es muy simple y quizá muy evidente, al llegar se busca directamente una agencia de turismo, se piden los teléfonos y direcciones de los albergues y/o hoteles (En mi caso albergues, en primer lugar por el precio y en segundo lugar, convirtiéndose luego en más prioritario, para conocer gente) para reservar.

Esta será mi primera experiencia en un albergue juvenil a los cuales confieso tenía un tanto miedo. Imaginaba gente extraña que intentaba robar tus pertenencias o abusar en las noches. Sin embargo, el único inconveniente de dormir en un albergue es el de no estar sólo y tener que compartir ducha y baño. Del resto, son sólo jóvenes que están en la misma posición que tú. Luego de un tiempo comencé a darme cuenta que la peligrosa del albergue podía ser yo en todo caso, cuando a falta de champú un día comencé a hurgar en otras pertenencias o cuando comí sin avisar alimentos ajenos con la intención de una reposición nunca hecha.

En esta ciudad conocí entonces a mi primer amigo de albergue, un americano del cual aprendí en cierta forma el método del diario y otro método que creí interesante en un principio pero imposible de usar por mi parte. Éste consistía en anotar cada gasto del día en la palma de la mano, con el objetivo de contabilizar y no sobrepasar un límite propuesto o al menos estar dentro de una franjas que permitiera o restringiera para ir eliminando la diferencia. Debo confesar que hoy día la pienso como una idea bastante obsesiva y un tanto miserable que nunca usaré.

Fue un simpático día en compañía de este gringo que fue bastante amigable, más con diferencias irreconciliables con respecto a mí. Fuimos al museo de Picazo, las plazas y monumentos conocidos, en fin, seguimos la guía turística a tal punto que terminamos comiendo en un restaurante recomendado por la misma, en donde hicimos una cola bastante larga llena de puros “gringos” que, aparentemente, tenían el mismo libro que mi “genial amigo”...Así, este chico entre sus geniales ideas gringas, como comer en un restaurante francés en Barcelona, me ofrecerá muy gentilmente la dirección de un hotel en Nice-Francia que luego me desgraciará la estadía en esta ville.

Barcelona ciudad verdaderamente española pero con bellas palmeras que la muestran como una ciudad playera y fresca (a pesar del calor que pasé) me hará perder algo de dinero albergándome en sus casinos, uno de esos días que decidí no importarme perder el tiempo.

Todos estos relatos estarían acompañados del mal de Pamplona, lo que hace mis estadía en esta ciudad menos placentera de lo que debió haber sido. Además, el calor y el maletón empiezan a convertirse en verdaderos enemigos los cuales me acompañaran durante todo el camino.

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