NICE VILLE (HOTEL VILLE)
Nice Ville, ciudad francesa a la cual siempre quise ir durante mi estadía en
París y más aún, antes de ir a Francia cuando conocí y hablé durante un año por
Internet con un interesante muchacho apodado mozart_amadeus_wolfgang@yahoo.com.
Él decía ser un francés habitante de Nice Ville (Hoy día pienso que es
mexicano, aunque me dijo en otras de sus mentiras, en vista de mi posible
visita a Nice, que era inglés) y yo tenía ganas de ir a conocerlo.
Llego a Nice, luego del viaje en tren que ya no
recuerdo (probablemente sólo dormí como en muchos otros viajes) y no utilizo el
método de la búsqueda de albergue usual, más en su lugar, decido ir a buscar un
hotel que mi amigo el gringo de Barcelona me había recomendado. Decisión
bastante tonta, ya que había perdido la dirección y aunque creyera tener el
camino en la cabeza tenía, obviamente, un camino errado...
Buscando este hotel, ya resignada a no
encontrarlo, comienzo a pensar en otras opciones y preguntar precios. Luego de
caminar un poco, me quedo parada en frente de este hotel que parecía un tanto
lujoso y en lo que decido continuar (¿Para que hacer más esfuerzo subiendo las
escaleras con el maletón sino valdría la pena?) el “tipo” de la recepción me
invita a entrar con una gran sonrisa.
Al final, resultó ser un hotel tipo albergue, por
lo que el precio era bastante económico, dieciocho euros, así que decido
quedarme allí y no seguir caminando, ya que estaba muy cansada.. Tenía ganas de
darme un largo y refrescante baño e irme lo antes posible a Monte Carlo a pasar
el día.
Luego de conversar un rato con el señor de la
recepción, el cuál me indicó que vivía cerca de Monte Carlo y que él y su
hermano tenían dos hoteles en la zona, me fui a buscar dinero y a la estación
de trenes, dejando, importante mencionar, mi detestable pero querido “maletón”
con el desconocido.
Llegando a la estación de trenes me doy cuenta de
un pequeño detalle, no había remarcado ni el nombre del hotel, ni la calle, ni
el número, ni nada nada nada, ninguna referencia que me indicara su ubicación.
Siempre tan confiada, el inconveniente no me causó la más mínima inquietud,
quizá un poco, pero enseguida me dije que igual me acordaría del camino.
Voy a la estación de trenes y con la ilusión de
encontrar el hotel recomendado (Quizá era más económico y siempre podría
decirle al recepcionista que tenía que dejar la ciudad o algo parecido) pido un
mapa para salir “de boluda”, como dirían los argentinos, a buscar este sitio
nuevamente, total todavía no eran las 10:00 am, hora en la que estaría listo mi
cuarto en el hotel desconocido.
Finalmente, como es obvio, no encontré nada a
pesar de mi larga caminata (De todas formas ya tenía hotel y podría descansar
un poco antes de ir a “Monte Carlo” ) y decidí regresar al encuentro con mi
adorable maletón.
Traté de realizar el recorrido inicial tren –
hotel para poder encontrarlo ya que no tenia la dirección. En un primer intento
no lo encuentro, ni en un segundo, ni en un tercero, ni en un cuarto, ni en un
quinto... Con mi tranquilidad característica (por no decir mongolismo, autismo
o sus parecidos) o de “Pata de Rolo” como se diría en venezolano para explicar
la actitud de una persona inconsciente que no parece importarle ninguna cosa,
mi única inquietud era que se hacia tarde y no podría aprovechar plenamente el
día en Monaco.
Luego de unas horas, a eso de las 2:00 pm (Recordando que fue a eso de las
10:00 cuando comencé a buscar el hotel), empecé a estar un poco molesta, ya que
la idea de Monaco estaba prácticamente perdida. Estaba cansada de caminar y no
entendía como no podía encontrar el hotel. Tenía una idea clara en mi mente de
la apariencia del sitio, pero ya había visto tantos que empezaba a confundirme.
Decidí buscar ayuda una vez que empezó mi
preocupación por mi “maletón” ¿Existiría la posibilidad de no volver a verlo?
Así, fui a la policía. Ante las lógicas preguntas
de nombres, calles, entre otros, mis respuestas eran realmente estúpidas: “Me
fui y dejé todas mis pertenencias a un desconocido y no me tomé la molestia de
siquiera leer el nombre del hotel”.
Caminaron conmigo un tiempo, al final se fueron a
su modulo deseándome suerte (Tenía la impresión que ellos comenzaban a pensar
que estaba mintiendo, sentía que me veían con cara de desconfianza) Dejándolos,
decidí buscar nuevamente. Estaba desesperada caminando bajo el sol inclemente,
las piernas me dolían y empecé a explorar por sitios donde inicialmente estaba
segura de no haber ido antes ¿Quizá lo había olvidado?... Recordé una idea en
el tan reconocido libro de Gabriel García Marques “Cien años de Soledad”, donde
la vieja Úrsula, que observaba siempre el comportamientos de los habitantes de
su casa, dijo que cuando alguien perdía algo era porque habían estado en algún
lugar de la casa donde usualmente no iban...
Volví nuevamente a la policía, tratamos de llamar
a varios hoteles de la zona, pero habían tantos que era poco probable
encontrarlo, ellos ya no podían hacer nada.
Empecé a sospechar que ellos creían que estaba
loca y, al final, yo misma comencé a dudar de mí. Pensé que quizás había
inventado toda esa historia y nunca había estado en ese hotel fantasma. Quizás
simplemente había dejado el maletón en algún sitio sin saber lo que estaba
haciendo. Quizás era una especie de dimensión desconocida!! Quizás todo era un
chiste, un mundo paralelo, un pueblo maldito!
Así que caminé y caminé y caminé ya sin rumbo,
hasta reventar mis zapatos, acompañada de mi sudor y mi locura. Fui a “La
poste”8 y tampoco pudieron ayudarme, luego fui a la
Policía Municipal y nada y nada y nada, sólo me dieron las páginas amarillas
para que buscara el hotel.
La caminata hasta allá fue aún peor, no entiendo
como logré hacerlo, ya no podía más. Decidí comer algo, un pedazo de pizza
recuerdo, a pesar de que me sintiera bastante indolente comiendo en tal
situación de desesperación, así que comí como un perro callejero, reflexioné un
rato, pero ya no sabía nada, estaba confundida y aturdida.
Empecé a tratar de recordar los pensamientos que
tuve al estar parada enfrente del hotel, sabía que inicialmente hubo algo que
me había desanimado a entrar. Lo único que recordaba era la charla con el señor
de Mónaco, lo de su hermano y sólo podía decír a todo el mundo que “se trataba
de un hotel pequeño y económico”
Finalmente como a las 6:00 o 7:00 de la noche (No
lo recuerdo o quizás nunca lo supe) ya sin esperanzas, entro en un hotel al que
jamás había entrado, a pesar de haber pasado delante de él un millar de veces,
todo por la misma razón por la que no había querido entrar la primera vez y la
cuál no recordaba: “Parecía muy lujoso para un albergue”...
Si algún día se les ocurre ir a Nice Ville, no
duden en pedirme referencias, conozco el lugar como la palma de mi mano...
8 Oficina de correos
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